Testimonios

Antes del Proceso, me encontraba en una realidad que no me satisfacía. Aparentemente, con mi pareja y mi hija tenía una vida fácil, pero tenía un estado de ánimo apático, estaba desmotivada, me faltaba ilusión y motivación y no sabía muy bien por qué.

Empecé el Proceso, después de conocer a Irene personalmente de forma casual a través de un familiar que nos presentó. Su persona, me transmitió confianza al explicarme su trabajo y de qué manera me podía ayudar. Me llegaron sus palabras y entendí que realmente me podía ayudar.

A lo largo de las Sesiones ha sido una continua toma de conciencia de en qué punto me encontraba yo en los diferentes ámbitos de mi vida, y cómo iban cambiando a lo largo de las Sesiones.
A través de esa toma de conciencia, fui dando pasos para cambiar cosas, siempre sintiéndome apoyada y acompañada. Tomé las riendas de mi vida, independizándome y separándome de mi anterior pareja, siendo coherente con mis sentimientos reales. Conseguí estar más centrada en lo que yo realmente deseaba y a partir de aquí se fueron colocando las cosas: alquilé un piso para mí y mi hija, retomé antiguas amistades e hice otras nuevas que me abrieron puertas hacia mis nuevas inquietudes. En el trabajo entablé buenas relaciones con mis compañeras y fue un Curso muy satisfactorio e incluso me felicitaron por ello.

Ahora, me siento más segura y con más confianza en mí misma. Consciente de que toda acción tiene un resultado. Con ganas de responsabilizarme de mi propia vida, tomando decisiones adecuadas que me ayudan a conseguir lo que realmente deseo. Relaciones más satisfactorias con amigos, trabajo y familia. Motivación para seguir avanzando y conocerme mejor.

Gracias Irene!

Por ofrecerme ese “espejo afectuoso”, esa comprensión que has compartido conmigo haciéndolo mío…

Por tantas herramientas nuevas que ahora puedo utilizar en mi día a día…

Por reflejarme y ayudarme a conocerme un poco mejor, por acompañarme, escucharme y abrirme nuevas puertas de esperanza…

Para atrás, ni para coger impulso!!!

Maite Montero

Esther García (Administrativa) – 37 años

Aún recuerdo el día que tomé la decisión de empezar las sesiones de Coaching para Mujeres con “Hablemos”. Fue un día decisivo en el que no había otra respuesta a todas mis dudas, para poder seguir adelante y saber qué era lo que quería en mi vida y con qué tipo de persona quería compartirla.

En el pasado, tuve varias rupturas sentimentales, las cuales fueron dejando mi autoestima cada vez más baja, hasta llegar al punto de mirarme en el espejo y sentir algo de odio hacia mí porque lo que veía reflejado, no era la autentica yo: una persona fuerte, segura de sí misma y que parecía que sabia lo que quería, o al menos eso era lo que yo creía y pensaba de mí. Pero ahora en el presente, me he dado cuenta de que lo que mi interior estaba pidiendo a gritos, era ayuda para sentirme viva nuevamente.

Cuando inicié las sesiones en junio de 2015, tenía una relación sentimental sin sentido y con falta de coherencia. Una vez más, estaba viviendo algo que no era lo que quería pero que creía que era lo normal, a causa de un gran motivo desconocido para mí en aquel entonces, llamado “Valores Personales”. En cada una de las sesiones, Irene me fue guiando haciéndome ver que mis sentimientos de culpabilidad, frustración y pena estaban basados en una falta de amor hacia a mí misma.

Recuerdo que en una de las sesiones hablamos a cerca del crecimiento personal, y yo le explicaba que no había hecho ninguno porque lo relacionaba a crecer en pareja, es decir, mirar los dos en la misma dirección, tener los mismos proyectos, etc. Salí de la sesión pensando lo mismo, pero al día siguiente inconscientemente mi cabeza hizo sus conexiones y me di cuenta, que había crecido y mucho a nivel personal, y lo curioso es que todos estos crecimientos habían sido siempre sin la compañía de una pareja. Me di cuenta que me compré un coche, que me puse ortodoncia, que podía pagarme un piso de alquiler, que podía tener los caprichos que yo quisiera y que mi salud me acompañaba para poder disfrutar de cada uno de mis crecimientos. Fue increíble ir despertándome de aquel letargo que tenía, porque me fui dando cuenta de que cada paso que hice fue en solitario, aun teniendo pareja. A partir de ese momento, empecé a quererme más y a ver cuáles eran mis capacidades, sin necesitar a nadie más.

Por otro lado, quisiera resaltar dos grandes herramientas que aprendí durante las sesiones de Coaching. Una de ellas es “La rueda de la vida”, solo puedo decir que es algo maravilloso. Vamos viviendo el día a día y no nos damos cuenta de los avances que hacemos en nuestras vidas hasta que te la presentan. Plasmar en la rueda mi situación de aquel entonces, analizarla y ver que puedes mejorar algunas áreas de la vida, fue algo impactante. Pero lo mejor fue cuando al finalizar mis sesiones, repasamos mi rueda y pude ver todos los avances que había hecho durante esos seis meses, pues todo había mejorado notablemente. La otra herramienta fueron los valores. Conocer todos los valores, partiendo del valor de la confianza, escogiendo entre todos ellos mis valores fundamentales y siendo consciente también.

A lo largo de mi proceso, ha habido sesiones de todo tipo. Unas más duras que otras, según el tema que se tocara y cómo estaba yo de sensible, pero en cada una de ellas he sentido algo especial que crecía dentro de mí, haciéndome sentir una persona con los pies en la tierra y sintiendo que podía dar mucho más de mí, por mí misma.

A día de hoy, sigo siendo una persona con alta sensibilidad emocional, pero en estos momentos puedo gestionarla mejor gracias a mi caja de herramientas, que utilizo cuando más la necesito.

Quisiera finalizar mi testimonio, contando que ahora veo en el espejo el reflejo de la persona que realmente soy, una mujer independiente, comunicativa y con ganas de amar, que vive el ahora, pero que también piensa en el futuro con la posibilidad de poder emprender varios caminos, siendo uno de ellos ser madre soltera si se diera el caso. Y añadir, que LA FELICIDAD ESTÁ EN NOSOTRAS MISMAS, NO BUSQUEMOS TIRITAS EN EL EXTERIOR PARA TAPAR LAS HERIDAS, QUE SOLAMENTE ESTÁ EN NUESTRAS MANOS SANAR.

Esther García